Fue hace 6 años o quizás 7 cuando la vi por primera vez. Con
ella nos llevamos muy bien, fue una amista sana.
Al rededor de los 17 años cuando ella cruzaba la calle la atropellaron. La culpa fue totalmente mía, yo la cubrí para que vaya al cumpleaños el chico que tanto le gustaba, ella debió estar en mi casa… o al menos eso creía la mamá. Al día siguiente mi mamá muy enojada entra a mi pieza gritándome “¿por qué no dijiste la verdad?’’ yo me asuste y lo primero que pensé fue que la descubrieron y que el castigo ahora nos llegaría a ambas. Mi mamá prosiguió diciendo al borde de las lagrimas: “la atropellaron a las 4 de la mañana ahora está en el hospital”. Al oír eso sentí como todo el mundo se me venía abajo, me arregle lo más rápido posible y me dirigí al hospital, al llegar ahí fui a la recepción y le grite a la secretaria que me llevara a la sala donde está internada Gabriela (mi mejor amiga), se demoraron pero gracias a la insistencia me llevaron a la habitación. Cuando entre vi a mi amiga conectada a muchos cables que supuestamente la mantenían con vida, a su lado estaba su mamá llorando, entre silenciosamente para que no supiera que estaba ahí, pero al cerrar la puerta sonó haciendo que mirara rápidamente hacia donde estaba yo, me miro como por 5 segundos y volvió a llorar, se acerco a mí y me abrazo.
-ella te necesita… está en coma y el doctor dijo que estaría bien hablarle e las cosas que a ella le gusta, tú la conoces más que yo ¿por qué no hablas un rato con ella?
asentí con la cabeza y espere a que la mamá se fuera, “¿hablar con ella? Bah como si me escuchara” pensé. De todas formas me senté a su lado y trate e conversar algo pero ella ni si quiera se movía o hacia un gesto de estar viva, eso de verdad fue bastante deprimente, pero aun así seguí con aquel monologo.
Todos los días iba al hospital después de clases a ver a mi amiga, le ponía películas, le contaba lo que me paso, la copucha el día y obviamente le llevaba las cartas o dibujitos que le hacían nuestros compañeros; a veces le ponía canciones que a ella le gustaban y bailaba para ella, muchos de los doctores que pasaban por afuera de la sala me miraban con una cara extraña pero yo no les tomaba importancia.
Así paso un año más o menos del atropello de mi amiga. Cada vez habían menos esperanzas que despertara; a los padres de Gabriela se les estaba acabando el dinero, por eso empecé a trabajar, lo que me quitaba tiempo para ir al hospital a visitar a mi amiga, al menos todo el dinero que ganaba era por su recuperación.
Un día sábado fui al hospital a ver a mi amiga, y como ese día no trabajaba fui más temprano con una película nueva que estoy segura que a ella le encantaría si estuviera despierta. Entre al hospital, salude la secretaria y me dirigí a la habitación de mi amiga y antes de entrar escuche una conversación de la mamá e Gabriela con el médico, ella le pedía más tiempo para poder pagar la recuperación de su hija pero el médico le decía que no podía esperarla más tiempo, luego de un silencio la mamá e Gabriela dijo: “está bien, creo que ya es hora de desconectarla”. Al oír eso se me hiso un nudo en la garganta y se me nublo la vista, no podía creer que su propia madre decidiera eso; cerré la puerta y salí corriendo. Llegue a casa y corrí hasta mi pieza, mi mamá noto al tiro que algo había pasado, me sigue hasta mi pieza y me preguntaba lo que sucedía, pero el nudo en mi garganta era tan grande que si decía algo explotaría en llanto.
-la van desconectar, mamá –al decir eso ya no aguante mas y la abrace lo más fuerte que pude y llore.-
ella solo me devolvió el abrazo y me acariciaba la cabeza. Luego de unas horas sonó el teléfono y mi mamá fue a contestar, en unos minutos volvió a mi habitación y me dijo que ya era hora de ir a despedirse de Gabriela. Salí de la casa y pase por un puesto e flores y le compre una rosa blanca; al llegar al hospital salude a la secretaria y subí a la habitación de mi amiga, tal como lo hice todos los días durante un año. En la habitación vi a su madre llorando y cuando me ve entrar se acerca a mí y me abrasa, tal como la primera vez.
-era lo mejor para ella –me dijo.-
yo solo me quede ahí, en silencio.
Unos minutos más tardes llego el doctor dando aviso que ya era hora de desconectar a Gabriela. Derrame un poco e lágrimas, al igual que su mamá. Me acerque a mi amiga y le puse la rosa que le compre encima de su pecho, luego tome su mano y rogué que despertara en ese momento, pero no lo hiso. Recordé todos los momentos con ella, el día que nos conocimos, mi primer cumpleaños con ella como amiga, todos los secretos que compartimos, las veces que nos enojábamos por medio segundo y después nos disculpábamos y reíamos, nuestra primera fiesta juntas, nuestras pijamadas, nuestros paseos juntas, las fotos que teníamos, todo, recordé todo.
“nunca te olvidare” fueron las palabras que le susurre. En ese momento la desconectaron de las maquinas que la tenían con vida y se escucho un pequeño pitito indicando que ella ya no estaría con nosotros nunca más. Trate de ser fuerte, apreté aun mas su mano, sonreí y mire por la ventana… era un hermoso día soleado.
Al rededor de los 17 años cuando ella cruzaba la calle la atropellaron. La culpa fue totalmente mía, yo la cubrí para que vaya al cumpleaños el chico que tanto le gustaba, ella debió estar en mi casa… o al menos eso creía la mamá. Al día siguiente mi mamá muy enojada entra a mi pieza gritándome “¿por qué no dijiste la verdad?’’ yo me asuste y lo primero que pensé fue que la descubrieron y que el castigo ahora nos llegaría a ambas. Mi mamá prosiguió diciendo al borde de las lagrimas: “la atropellaron a las 4 de la mañana ahora está en el hospital”. Al oír eso sentí como todo el mundo se me venía abajo, me arregle lo más rápido posible y me dirigí al hospital, al llegar ahí fui a la recepción y le grite a la secretaria que me llevara a la sala donde está internada Gabriela (mi mejor amiga), se demoraron pero gracias a la insistencia me llevaron a la habitación. Cuando entre vi a mi amiga conectada a muchos cables que supuestamente la mantenían con vida, a su lado estaba su mamá llorando, entre silenciosamente para que no supiera que estaba ahí, pero al cerrar la puerta sonó haciendo que mirara rápidamente hacia donde estaba yo, me miro como por 5 segundos y volvió a llorar, se acerco a mí y me abrazo.
-ella te necesita… está en coma y el doctor dijo que estaría bien hablarle e las cosas que a ella le gusta, tú la conoces más que yo ¿por qué no hablas un rato con ella?
asentí con la cabeza y espere a que la mamá se fuera, “¿hablar con ella? Bah como si me escuchara” pensé. De todas formas me senté a su lado y trate e conversar algo pero ella ni si quiera se movía o hacia un gesto de estar viva, eso de verdad fue bastante deprimente, pero aun así seguí con aquel monologo.
Todos los días iba al hospital después de clases a ver a mi amiga, le ponía películas, le contaba lo que me paso, la copucha el día y obviamente le llevaba las cartas o dibujitos que le hacían nuestros compañeros; a veces le ponía canciones que a ella le gustaban y bailaba para ella, muchos de los doctores que pasaban por afuera de la sala me miraban con una cara extraña pero yo no les tomaba importancia.
Así paso un año más o menos del atropello de mi amiga. Cada vez habían menos esperanzas que despertara; a los padres de Gabriela se les estaba acabando el dinero, por eso empecé a trabajar, lo que me quitaba tiempo para ir al hospital a visitar a mi amiga, al menos todo el dinero que ganaba era por su recuperación.
Un día sábado fui al hospital a ver a mi amiga, y como ese día no trabajaba fui más temprano con una película nueva que estoy segura que a ella le encantaría si estuviera despierta. Entre al hospital, salude la secretaria y me dirigí a la habitación de mi amiga y antes de entrar escuche una conversación de la mamá e Gabriela con el médico, ella le pedía más tiempo para poder pagar la recuperación de su hija pero el médico le decía que no podía esperarla más tiempo, luego de un silencio la mamá e Gabriela dijo: “está bien, creo que ya es hora de desconectarla”. Al oír eso se me hiso un nudo en la garganta y se me nublo la vista, no podía creer que su propia madre decidiera eso; cerré la puerta y salí corriendo. Llegue a casa y corrí hasta mi pieza, mi mamá noto al tiro que algo había pasado, me sigue hasta mi pieza y me preguntaba lo que sucedía, pero el nudo en mi garganta era tan grande que si decía algo explotaría en llanto.
-la van desconectar, mamá –al decir eso ya no aguante mas y la abrace lo más fuerte que pude y llore.-
ella solo me devolvió el abrazo y me acariciaba la cabeza. Luego de unas horas sonó el teléfono y mi mamá fue a contestar, en unos minutos volvió a mi habitación y me dijo que ya era hora de ir a despedirse de Gabriela. Salí de la casa y pase por un puesto e flores y le compre una rosa blanca; al llegar al hospital salude a la secretaria y subí a la habitación de mi amiga, tal como lo hice todos los días durante un año. En la habitación vi a su madre llorando y cuando me ve entrar se acerca a mí y me abrasa, tal como la primera vez.
-era lo mejor para ella –me dijo.-
yo solo me quede ahí, en silencio.
Unos minutos más tardes llego el doctor dando aviso que ya era hora de desconectar a Gabriela. Derrame un poco e lágrimas, al igual que su mamá. Me acerque a mi amiga y le puse la rosa que le compre encima de su pecho, luego tome su mano y rogué que despertara en ese momento, pero no lo hiso. Recordé todos los momentos con ella, el día que nos conocimos, mi primer cumpleaños con ella como amiga, todos los secretos que compartimos, las veces que nos enojábamos por medio segundo y después nos disculpábamos y reíamos, nuestra primera fiesta juntas, nuestras pijamadas, nuestros paseos juntas, las fotos que teníamos, todo, recordé todo.
“nunca te olvidare” fueron las palabras que le susurre. En ese momento la desconectaron de las maquinas que la tenían con vida y se escucho un pequeño pitito indicando que ella ya no estaría con nosotros nunca más. Trate de ser fuerte, apreté aun mas su mano, sonreí y mire por la ventana… era un hermoso día soleado.